Como bien indica la viñeta, hemos dado rienda suelta a nuestra libertad para limitarnos. Tenemos la habilidad innata de
auto-limitarnos. Y no solo eso, luego nos quejamos de las
limitaciones de la sociedad. Sin pararnos a pensar en que ésta, es un
grupo de personas. Personas iguales que nosotros, de carne y hueso.
¿Por qué pedimos libertad si nos hemos encerrado nosotros mismos?
No, no todos, es cierto. Pero el que no se ha auto-limitado, ha dejado
que la sociedad lo atrape, lo oprima, y se ha sometido a ella. Pocas
personas han sido capaz de evadirse de esta opresión, y a estas las
denominamos como personas libres.
Pero... ¿Dónde acaba nuestra
libertad? Y ¿Dónde empieza la de las personas libres?. ¿De qué
son libres? ¿Son libres de los pensamientos ajenos? O ¿Son capaces
de reconocerlos y aún así seguir manteniendo los suyos? ¿Hasta qué
punto estamos oprimidos?
¿Cualquiera puede ser libre?
En mi opinión no todos somos libres,
pero tampoco esclavos. Hay personas que sencillamente se conforman y
se adaptan a las ideologías ajenas, volviéndose así uno más, un
prototipo. Uno más en este mundo. Uno más de la “producción en
serie” que parece la sociedad.
¿Por qué queremos adaptarnos? ¿Por
qué queremos atenernos a este prototipo? ¿Tanto miedo da ser
distinto?
Es cierto que es más sencillo. Es más
fácil atenerse a algo que ya está definido, que la mayoría acepta,
que ya tiene unos parámetros delimitados. Es sencillo no tener que
luchar.
Los que escapan de esta lucha se están
condenando a ellos mismos a parecer uno mas, a perderse entre las
personas, pero los que aceptan este reto, deben pelear. Pelear contra
los que no son capaces de concebir que eres diferente.
Y es cierto que pocos saben lo duro que es destacar. Que actualmente muchas personas se describen como liberalistas o dicen no poder ser libres por culpa de otros. Pero me voy a centrar más, haciendo referencia a mi ambiente (adolescentes de entre 14 y 16 años): es duro aguantar los continuos reproches hacia tu forma de ser (y supongo que esto también pasará entre los adultos pero no soy consciente de a que escala), cuesta resistir el rechazo de los demás a una edad en la que o te amoldas o te evaden. Y esto nos arrebata nuestra libertad, al menos de forma momentánea.
No estoy hablando de una diferencia
física, aunque muchos de estos divergentes contaban con ese hecho en
su contra, y muchos más se encontrarán con él y cada vez será más
difícil la pelea. Pero no quiero dar a entender eso, quiero hacer
ver mi punto de vista hacia la falta de libertad a la que nos estamos
acostumbrando.
Cuando lees en una red social como
Twitter, la mayoría de “tuits” hablan de lo mismo: obtener una
figura física “perfecta”, de conseguir un amor “perfecto”,
destacar para que te vean como a alguien diferente, etc, y la mayoría
de estos están directamente copiados de alguien que ya lo ha
publicado antes. Repito: en lo esencial todos hablan de lo mismo.
Parece que provienen de una misma mente. Al menos es esa la realidad
que yo veo.
Pero desde mi punto de vista no es
libre aquel que quiere destacar, si para conseguirlo debe gustar a
los demás. Tampoco son libres todos aquellos que dicen serlo. A mi
parecer una persona libre no solo debe mirar por los “otros”,
también debe pararse a pensar en ella misma para no perderse. De
hecho muchas personas que se pierden dejan de ser libres porque caen
en la red de falsa seguridad que ha proporcionado la sociedad, pero
esto no quiere decir que no puedan volver a serlo.
Y repito mi pregunta: ¿Cualquiera
puede ser libre?
No es fácil en estos tiempos destacar,
y aquel que destaca debe permanecer firme. Pero sí, ¿Por qué no?
Seamos positivos por una vez, a pesar de la realidad.
Dejemos escapar nuestra mente,
dejémosla “mirar” de una forma objetiva. Ajena a todo, pensando
lo que cree que es correcto. Y cuando seamos capaces de hacer esto, y
darnos cuenta nosotros mismos de si somos o no somos, uno más de los
que entramos dentro de los parámetros establecido por
quién-sabe-quien, entonces podremos auto-denominarnos libre.
Pero atentos, no es tan fácil, no es
solo decir “sí, yo soy libre”. Es saber, sentir que lo eres, por
qué lo eres y aun así no temer a la lucha contra lo establecido y
no tener miedo a serlo.
La libertad es algo muy preciado que
todos creen tener, pero sin embargo la mayoría no la posee. No de la
manera que querría.
No nos dejemos oprimir. Seamos libres
pensadores y dejemos de auto-limitarnos. Porque la libertad empieza en uno mismo.
La libertad cuesta muy cara, y es
necesario,o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por
su precio.
-José Marti
Realizado por Ángeles Ampliato Calatrava.