martes, 21 de abril de 2015

El camino a la vida.

Este año, los alumnos de 4 de E.S.O. del colegio Aljarafe hemos hecho el camino de Santiago recorriendo unos 124 kms. Una excursión calificada por muchos como la mejor de todo el colegio, una excursión que también se compara tanto por su disfrute como por su aprendizaje con la de Marruecos en 3 de E.S.O.
  Marruecos gana mucho por el desierto, que es impresionante y por la cantidad de cosas nuevas que se descubren, a la par, Santiago pierde ya que es una excursión que es prácticamente andar y por eso a muchos les parece peor o más aburrida.
  Pero, ¿una excursión se mide solo por lo bien que lo pasas? Para muchos sí, pero son muchos los que no saben lo que realmente es el Camino de Santiago.

Es una excursión que te ofrece un pequeño avance a lo que seguramente sea tu vida en el futuro, podemos compararlo fácilmente. A esta excursión se llega con muchas ganas, pensando que no vas a tener ningún problema serio, que te costará pero superarás todo con facilidad, cuando llegas, de inmediato, en la primera ruta ya cambias complemente tu vista de esta, poco a poco te encuentras serios problemas, ampollas, esguinces, daños en articulaciones... se va complicando todo, hasta el punto de pensar que no somos capaces. Aquí empieza la real excursión, lo que es realmente la vida.
  Te encuentras mal, cansado y sin apoyo, empiezas a pensar que es imposible, y ahí aparece alguien, que sin darte cuenta te está empujando hacia adelante, que te convence de que puedes, que te hace todo mucho más ligero, y aquí es cuando se aprende de verdad.

Hay que decir que habrá un número de personas, que tengan un trabajo que les encante, que ganen un salario que les permita vivir de lujo y a las que les vaya casi todo perfecto, estas personas pueden ser las que están físicamente muy bien preparadas y a lo mejor van de sobrados, pero al lado tienen a alguien sin trabajo, alguien que lucha por conseguirlo, personas que no están bien físicamente o personas a las que le han dicho que no podrían con estos 124 kms y que aún así están ahí. 

No todo es andar, también tienes que hablar, reírte y ayudar al de tu lado. Y todo esto ha sido posible gracias a un gran número de personas que sin querer te han hecho todo más fácil, que todas las tardes de descanso hacían que te sintieras con ganas de divertirte y de que fuese el día siguiente para volver a andar, o que tras un camino de 28 kms te incitaran a correr y jugar al fútbol o a dar una vuelta por el pueblo.

  Y finalmente, para terminar de justificar mi pensamiento de que es la mejor excursión quiero decir que son unos días en los que estas obligado a conocer gente nueva o a conocer gente mucho mejor que antes, además casi siempre o siempre conociendo la parte buena de cada uno, a esas personas que tenías como compañeros convertirlos en amigos y a esos amigos convertirlos en grandes amigos.























Muchas gracias a todos.


lunes, 20 de abril de 2015

Pasito a pasito, palabra a palabra.

Hoy el tema es nuestro punto de vista en cuanto al Camino de Santiago. Comenzaré con una perspectiva física: Mi cuerpo salió muy cansado, pero no tanto como esperaba. A decir verdad, me esperaba el Camino de Santiago como una excursión en la que, en cuanto llegase a mi casa, me pondría a dormir, como en todas las anteriores. Sin embargo, cuando volví a mi casa (habiendo dormido sólo cuatro horas en el autobús) me puse a hacer cosas de un lado a otro. Mi cuerpo estaba cansado, sí, pero después de todo lo que había caminado los días anteriores, y al haberme pasado ese día y esa noche sin caminar, estaba repleto de energía, y no necesitaba dormir.



Eso no tiene mucho que ver con la ética, pero me pareció un factor importante, para dar pie a lo siguiente : La primera noche salí fuera para hablar por teléfono, y en la conversación, no recuerdo exactamente cuál era, dije algo sobre que iba a estar muy cansada cuando volviera. Un hombre que pasaba justo al lado de mí en aquel momento, supongo que era un encargado del albergue, me dijo una frase que ahora tengo muy en mente: “Cuando tu cuerpo se sienta cansado, sentirás el alma.”
Si ''el alma'' lo traducimos como la fuerza de voluntad, entonces sí. Muchas veces en el Camino me han dado ganas de tirarme al suelo y no moverme más, de quedarme allí a ver si me descomponía. Sin embargo, y por alguna razón que todavía no entiendo, he seguido adelante. Aún con el cuerpo y la mente cansados.



 En varias ocasiones veía cómo mis compañeros y amigos me adelantaban, y sinceramente, había momentos en los que seguía porque no quería quedarme atrás, y porque me daba miedo quedarme sola. A veces incluso me agobiaba porque no podía ir al mismo ritmo de los demás, y me hacía sentirme inferior. Esto mismo lo estuve hablando un día con una amiga, y me dijo que no me preocupara, que aquí cada uno iba a su ritmo, que no podía exigirme cosas que mi cuerpo no era capaz de hacer.
Día tras día seguía caminando, entonces más alegre y un poco menos preocupada. No iba con mis amigas de siempre, dado que cada una iba a un ritmo diferente y no parecían tener ganas de hablar. Eso a veces me hizo sentirme sola e incluso vacía. Pero como siempre hay personas alrededor, aproveché para conocer más a personas que habían estado ahí desde un principio y a las cuales no les había prestado tanta atención como probablemente se merecían, y descubrí que tenía muchas cosas en común con tales personas, y que además escuchar puntos de vista diferentes a los que escuchas siempre, a menudo viene bastante bien. Digamos que “cambiar de aires” me hizo darme cuenta de muchas cosas.



¿Qué me llevo del camino? Me llevo un nuevo lema que es “Nada merece tanto la pena.” Esto viene siendo a que por varias causas me estuve comiendo la cabeza con amistades y amores, y hubo un momento en el que dije “Basta” y mi mente pareció entenderlo por fin. Al final resultó que no era nada importante, y la afinidad con mis amigos no había variado, así que me estaba preocupando por nada, sólo tenía que dejar que todo siguiera su curso natural sin pensar tanto como lo hice. He aprendido que la soledad, esa compañera que en muchísimos momentos he querido a mi lado y me ha hecho alejarme de muchas personas, también me hiere de gravedad, pues el hecho de estar sola únicamente atormentaba a mi cabeza mientras caminaba. He aprendido que hay que mantener un equilibrio, que a veces está bien estar sola, pero que hablar y desahogarse con los demás es muy agradable, y tener a alguien que te escuche y te aconseje te hace sentir querida, o mínimamente apreciada. Aunque esa persona no sea quien te aconseje normalmente. He aprendido también que en las cuestas no puedes pararte sólo porque la cima se vea muy lejana, porque eso hace que moverte sea más difícil. Hay que pararse sólo cuando tu cuerpo realmente lo necesite. He aprendido que mirar el suelo y ver tus pies mientras caminas, pasito a pasito, sin agobiarte por la distancia, hace que el camino sea más fácil.
 He aprendido también que la compañía en tramos duros es esencial, y que mantener la cabeza ocupada en escuchar a alguien o hablar de algún tema hace que tu mente se despeje, o no piense en el dolor físico, lo cual resulta de gran ayuda. Contar con el apoyo de los demás también te ayuda a seguir adelante, y tener a alguien con quien quejarte de que te duelen los pies es agradable. Creo que esta vez, me he llevado una buena lección. Probablemente sea la última que me imparta este gran colegio. Y me alegro de que sea esta.



 Realizado por : Eva María Godoy

domingo, 19 de abril de 2015

Santiago te espera

El camino de Santiago... Eso es, tengo que hablar sobre el camino de Santiago, sobre mi experiencia como peregrino, pero esto requiere una reflexión ¿Qué ha significado el camino para mí? Y desde luego no se me queda la mente en blanco, el camino de Santiago ha determinado mi vida actual en muchos sentidos, y gracias a él, he ganado mucho.

De una manera u otra hasta los más pragmáticos nos hemos dado cuenta de que el camino significa una bonita metáfora de la vida, en la que nuestro destino era la llegada a Santiago con el dulce sabor a superación. Para algunos superación física, para otros mental y para otros sentimental, e incluso una mezcla de todas, pero nadie podrá decir que no tenía esa sonrisa que teníamos todos cuando llegamos por fin como un sólo grupo a la catedral, cantando y corriendo como si nos fuera la vida en ello. Y en ese momento olvidamos que teníamos ampollas, o esguinces, o que estábamos roncos, y corrimos y cantamos, y ese recuerdo no nos lo quitará nadie.

Recuerdo que antes de echar a correr miré hacia atrás, intentando ver el inicio del camino, vislumbrando vagamente el comienzo, todos muertos de sueño, sin tener ni idea de lo que nos esperaba, pero sin miedo a nada. Y pensé en todo el trayecto; los nuevos amigos como Adam; gente a la que me había unido más, a la par que gente con la que no había hecho más que separarme y cómo había afrontado el camino.

Y es que he aprendido mucho de él. Siguiendo la metáfora... He aprendido que siempre nos queda un camino por recorrer, aunque estemos cansados, aunque no tengamos fuerzas para seguir o para continuar... Aunque no le encuentres sentido sigue caminando, porque Santiago te espera. Y vamos a encontrar piedras en el camino, al igual que tendremos ampollas o esguinces o miles de problemas, pero también habrá siempre un bastón o un amigo para apoyarte. Y en estos momentos en los que llevas horas cansado mirando al suelo, tienes que recordar que hay que levantar la cabeza, porque hay un cielo azul arriba, y hay un bosque de eucaliptos que oler o un prado con las briznas de hierba ondeándose al viento que ver. Y cuando menos te lo esperas, estás llegando a Santiago deseando correr y correr hacia atrás para volver hacer el camino, para alargarlo un poco más y que dure para siempre.

Pero no todos son momentos así ni mucho menos, el camino ha sido una experiencia increíble en la que debes saber aprovechar cada momento, porque nunca más vas a volver a tener 15 o 16 años, ni  va a haber otra excursión igual, porque la gente se va y la gente viene y todo cambia. Cada momento ha sido único y no me arrepiento de nada del camino, sinceramente creo que no podría haber llegado en mejor momento, ni con mejor gente. Estoy muy orgulloso de todos mis compañeros, porque juntos hemos podido como un verdadero grupo. Y también estoy orgulloso de decir que más que apenado porque no podamos hacer más excursiones todos juntos, estoy feliz pensando en todas las que hemos compartido: desde una noche en el bosque de la lectura con apenas 5 años hasta aventurarnos en un país con una cultura totalmente desconocida o recorrernos 114km en una semana escasa.

Ya sólo queda dar gracias al colectivo del colegio y a mis compañeros incluyendo a los profesores. Y por último acabar con una estrofa de una de mis canciones favoritas de Extremoduro y una canción, como siempre:

''Para algunos vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos.
Yo más humilde soy y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido hasta el siguiente''
 * Extraído del libro de poemas "la mala gana" de santos Isidro Seseña.

Por: Ignacio Garijo